En 1987 se produjo uno de los fichajes más importantes de la historia de La Liga. El Atlético de Madrid se hizo con el jugador más deseado del momento: Paulo Futre, reciente campeón de Europa con el Oporto. Arranca entonces una relación entre club y jugador a los que el paso del tiempo ha convertido en inseparables. Décadas después, el recuerdo de su fútbol pasa de generación en generación y convierte a Futre en bandera y escudo de toda una afición.